
Allí, José Luis Valero, uno de los mejores periodistas que conozco, me enseñó a manejar una fuente, a desbrozar lo esencial de lo accesorio, a ir al grano, a despreciar la paja. Y después tomábamos una copa en Bambalinas con Carlos Paños, compañero en esta y otras travesías. Y Belío.ĭespués de la jornada en Heraldo, cenaba casi todos los días con Belío en El Portal Asturiano. Nadie me alentó más que Zapater en los momentos bajos. "Muchacho: no hay mayor felicidad que convertir tu pasión en profesión". También debo agradecerle esos consejos que me dedicó otro gran amigo suyo recientemente fallecido, Alfonso Zapater. Ahí está el CAI Aragón.Įsta pasión por el deporte me la transmitió durante todos los días que conviví con él en Heraldo. Sabían cómo manejarse en esta compleja situación. Lo mismo que la gente que le acompañaba (Poblador, Ariño, Carmelo, en su tiempo Chuchi Pitarch.). Félix estaba con la selección española, en la concentración de Vigo.Īhora, en tiempos del balonmano-espectáculo, debo reconocer que fue Belío el primero que me dijo que Ricardo Arregui había sido el médico del equipo de Helios, y de que tenía muy poco de tonto. Anoche, Brocate también lo lamentó mucho cuando le comuniqué la noticia. Él también sabía que eran los últimos días de Belío, con quien tantos días pasó en Dominicos y Maristas.

En el acto de entrega, recuerdo las lágrimas emocionadas de Carlos Polo.

Como no lo encontró, llamó al Heraldo para dar con él, porque sabía que alguno de nosotros conoceríamos su paradero. Félix Brocate, presidente de la Federación, estuvo buscándolo un mes. Hace unas semanas, cuando se celebró el 50 aniversario de la Federación Aragonesa, recuerdo que tuve que ir a burcarlo a la residencia para que Antonio recogiera el recuerdo. Porque para Antonio, este era el balonmano puro, el deporte puro, el sacrificio de unos grandes deportistas que apenas recibían recompensa económica. Un día a Gerona contra el GEiEG, otro día a Alicante con el Calpisa, otro día a Valencia con el Marcol, otro día a Irún con el Bidasoa, otro día a Madrid contra el Atlético: era uno más en el equipo de Helios para contar la crónica que los martes salía en Heraldo (entonces Heraldo no salía los lunes). esqueleto de ese equipo formidable que construyeron con maestría Cruz María Ibero y José Luis Tejel. La foto con Carmelo Postigo, Juan Carlos Sánchez, Pitarch, Paco Poblador, Fernando Fraile, Javier Ariño. Todavía guardo en casa la histórica crónica Helios-Beti Onak del ascenso a la División de Honor. Luego, estuvo siempre próximo a todos los equipos que hicieron grande este deporte en Aragón: desde el Ademar de los sesenta hasta el Helios de los ochenta. Junto a Alfonso Mateo, Luis Pedrero y Carlos Polo, vivió el nacimiento de esta especialidad en Aragón allá en los años cincuenta. Como anécdota, diré que Ramiro me presentó un día al cantante Loquillo, que antes de acompañar a Los Trogloditas en el escenario, había sido jugador suyo en el Manresa de la División de Honor, actual ACB.Įn cuanto al balonmano, Belío era la historia viva de este deporte en nuestra tierra. Rubio también era amigo de Ramiro, hermano de Antonio y delegado de La Salle Bonanova de Barcelona, además de ex delegado de Antonio Serra y Aíto García Reneses, ex entrenadores del Barça. José Luis Rubio, ex presidente del CAI, recordó tiempos pasados hace unas semanas junto al viejo periodista. La gente del básket también fue a acompañar a Antonio a la residencia de ancianos en la que pasó sus últimos días. Igual que Pedro Pablo Fernández, padre del atletismo aragonés. También acabo de hablar con Álvaro Burrell, director general de Deporte del Gobierno de Aragón. Moracho todavía guarda como oro en paño la primera entrevista que le hizo en Heraldo, mucho antes de correr en los Juegos Olímpicos de Moscú 80. Ayer mismo, a Javier Moracho, eterno campeón de los 110 metros vallas, le tamblaba la voz al comunicarle la noticia. Desde entonces he guardado una gran amistad con él.ĭurante su vida, se entregó al atletismo, al baloncesto y al balonmano, deportes que amaba con pasión. Yo lo conocí en la redacción de Heraldo de Aragón en el año 1995. En Zaragoza, cualquier persona de 50 años en adelante sabe de quién se trata, de su influencia en el deporte aragonés.

Hace apenas cuatro horas ha muerto Antonio Belío, mi amigo Antonio Belío. Aunque la hora invite más a dormir, debo reconocer que esta noche me es complicado conciliar el sueño.
